Hola, soy Gina la mamá de Nicolás.
Me llamo mucho la atención un texto publicado el 10 de Mayo, que como bien decía “hay muchos tipos de maternidades”….. la mía, fue una maternidad muy interesante que terminó en la pérdida de mi bebé.
Hace 8 años resulte embarazada, embarazo un tanto interesante, con malos ratos al inicio, pero después un embarazo bien padre. Cuando nace Nicolás empezó la película.
Nico nació con una malformación en los pies, pie equino varo fue el diagnóstico. Hoy sé que es muy común pero en ese momento fue un drama para mí pensar que mi bebé no podría caminar, ya que literal tenía los pies totalmente al revés en comparación a los pies normales de cualquier bebé. El esposo de mi prima es ortopedista y enseguida me dio calma explicándome la situación y consiguió que el mejor doctor lo atendiera, hicimos las terapias la cirugía y lo íbamos resolviendo….
Como si lidiar con esto no fuera suficiente, nos llegó el segundo susto; Nico empezó a mostrar signos de gripita en la semana 2 de nacido y como ya sabrán, cualquier enfermedad a esa edad pega durísimo; en cuestión de horas ya tenía bronconeumonía y tuvo que ser internado de emergencia. Estuvimos dos semanas en terapia intensiva, en manos de doctores que si bien lo sacaron adelante, también querían sacar provecho de la situación e intentaron convencernos de realizar una cirugía horrible por un supuesto reflujo muy avanzado que resultó ser grado 1 y no 4, como ellos mencionaban.
Logramos salir de esa mala experiencia y nos fuimos a casa con un bebe muy delicado al que teníamos que darle ciertos cuidados especiales y atender de manera constante para recuperar sus pies y lograr la normalidad.
Transcurrieron seis meses y todo iba agarrando ritmo y calma. Un día salí temprano al súper para comprar lo necesario para sus papillas, lo dejé a cargo de su papá, pues hacia mucho frío y no quisimos sacarlo. Habrán pasado maximo 45 minutos cuando llame para avísar a su papá que me dirigía a casa y checar que todo estuviera bien. Me confirmó que todo estaba en orden y que Nico veía caricaturas en su sillita.
Pasaron solo 3 minutos cuando él me volvió a llamar, esta vez gritando y llorando pidiendo mi ayuda… yo no podía siquiera entenderlo y le pedía que se calmara y me explicara. Él solo alcanzaba a decirme que Nico no respiraba. Yo le pedí que se calmara y que en lo que yo llamaba a una ambulancia, le diera respiración de boca a boca. Colgué con él y manejé como loca hacia mi casa, mientras pedía una ambulancia al número de emergencias. Cuando llegue a mi casa ellos no estaban, abajo estaban los paramédicos y algunos vecinos me indicaron que el papá salió corriendo con el bebé en brazos y le pidieron un taxi para que lo llevara a un hospital que estaba a una cuadra de distancia. Cuando Nico llegó ahí, llegó muerto clínicamente. Los doctores lo resucitaron y nos pedían rápidamente buscar un hospital de especialidad para llevarlo y que estuvieran bien atendido.
Nos fuimos a otro hospital, llevamos a todos los doctores posibles para que nos dieran todos su opinión y todo llegaba al mismo punto… “ esto pasa y a veces, sin razón aparente los bebés simplemente dejan de respirar”.
Al día de hoy sigo sin entender clínicamente como es que eso pasa, sólo se que mi cerebro acabó por entender qué pasó lo que tenía que pasar y Nico dejó de respirar. Se mantuvo con vida, conectado a aparatos por una semana exacta y hoy creo que esa semana me la regaló alguna fuerza superior a mi; y me la regaló porque fue el tiempo que yo necesité para entender que lo que había pasado no tenía solución, que Nico no podía salir de esta y que incluso era mejor que él se fuera a verlo crecer como un ser vegetal por quien sabe cuántos años.
Pensar en el alma de mi bebe encerrado en un cuerpo que no reaccionaba me mataba y me enloquecía. Así que hice lo que me recomendó tanto una enfermera y asimile lo que tenía enfrente: hablé con él y le dije que mamá iba a estar bien y que él podía irse tranquilo. Me fui a dormir a mi coche, afuera del hospital (donde viví por una semana exacta… solo me fui a bañar a casa una vez) y a las pocas horas, una doctora tocó la ventana para decirme que Nico se había ido. Salí del auto tranquila, respiré profundo y solo pude agradecer a la vida que se lo llevara a ser libre. Entré a verlo, lo cargue y lo llene de besos. Le pedí que se fuera y corriera lejos, que se divirtiera mucho … que yo le prometía que estaría bien !!!
Y así fue: terapia con tanatologa por 3 años, separación de mi pareja, un aislamiento mío del mundo para luego renacer más fuerte a partir de esto… y a partir de ahí, honrar la vida de Nico a cada paso que doy y recordar que él está cerca de mi corazón y debo hacerlo sentir orgulloso de que tiene una mamá en un millón, que salió adelante de todo esto y todos los días se esfuerza y lucha por seguir viva pese a que él ya no está aquí.
Ojalá les sirva mi historia para ayudar a todos esos papás y mamás que ya no tenemos a nuestros bebés cerca y que también les recuerde que no están solos.
Gracias por leerme, ha sido muy lindo escribir todo esto!