Ser padre jamás lo cambiaría por nada en el mundo

Ser padre jamás lo cambiaria en el mundo

Por: Javier Manzanera ,

Jero y Lucas, gemelos fantásticos.

Ser papá primerizo no es fácil. Ser papá primerizo de gemelos es un poco más complicado. Pero empezar la paternidad de gemelos en terapia intensiva es arrancar el juego en hard sin siquiera conocer los controles ni haber leído el instructivo.

Porque ese instructivo no existe.

Mi esposa Cristina tuvo un embarazo relativamente bueno. Con complicaciones como cualquier embarazo e incluso con diabetes gestacional, pero se podría decir que todo marchaba sobre ruedas. Su ginecólogo incluso estaba convencido de que Lucas y Jerónimo llegarían a las 37 semanas, lo cual se considera llegar a término en el caso de gemelos.

Pero en la vida real no existen los guiones perfectos y en la semana 33, una bacteria inofensiva para un adulto con defensas desarrolladas pero peligrosa para un bebé en gestación, alcanzó a los gemelos ocasionándoles una neumonía antes de nacer, afectando especialmente a Jerónimo. Porque la naturaleza es muy sabia, Jero rompió la bolsa, ocasionando que se rompiera la fuente.

En ese momento, el pensamiento que reina es “vamos a ser papás hoy” con todo lo que esto conlleva: nervios, felicidad, incertidumbre, emoción. Pero a pesar de que la noticia llegara tanto tiempo antes, habían estado creciendo muy bien, por lo que pensamos que todo estaría bien. En ese momento lo que menos imaginábamos era que pasaríamos el próximo mes y fracción haciendo del hospital nuestro hogar.

Curiosamente, en la cesárea Lucas salió primero y después Jerónimo. De inmediato, la neonatóloga y sus asistentes se dedicaron a darles toda la atención necesaria para que comenzaran a respirar. Después de pocos minutos, se los acercaron a mi esposa para que les diera un beso a cada uno y me llevaron con ellos a la UCIN (Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales). Después de una breve explicación de las sospechas de la neonatóloga -las cuales afortunadamente fueron muy acertadas y atendidas de la mejor manera posible- y de los procedimientos que haría para empezar a controlar todo lo que sospechaba sobre bacterias e insuficiencias respiratorias, salí a esperar que mi esposa saliera de la sala de parto.

Lo que siguió fue una noche de mucha incertidumbre, mucho llanto (en el baño de las salas de espera para no preocupar a Cristina), muchas preguntas y poco sueño. Cada hora visitaba la UCIN para ver a los bebés y curiosear cómo evolucionaban.

Al día siguiente nos explicaron que Jero tenía una fístula en el pulmón derecho, lo cual básicamente es un hoyo que no lo dejaba respirar, ya que todo el aire que entraba, se salía y se quedaba en la pleura. Después de probar otras soluciones menos agresivas, el neumólogo le tuvo que poner una sonda para sacarle el aire del pulmón mientras le seguía metiendo oxígeno por la boca para mantenerlo inflado y que la fístula se fuera cerrando sola.

Mientras tanto Lucas, también afectado por la bacteria, fue también conectado a fuentes de alimentación y posteriormente colocado en incubadora para poder acabar de desarrollarse.

Así empezó nuestra estancia de mes y 10 días en la UCIN, en donde la dinámica es: un día mejoran, otro día empeoran; ves pasar mamás y papás que tienen a sus bebés uno o dos días ahí y después se van felices; un día te dicen que ya faltan pocos días para salir y al día siguiente te dicen que se volvió a complicar el asunto;   de pronto recibes buenas noticias acompañadas de noticias desgarradoras, como el día que nos dijeron que el pulmón de Jero mejoraba pero que el shock de ponerle la sonda le había ocasionado una hemorragia en el cerebro que habría que monitorear durante los próximos días para ver que no creciera. Afortunadamente no creció.

Amigos y familiares nos visitaban constantemente y algunos nos veían con lástima, como si estuviéramos en agonía, pero la verdad es que algo raro pasa cuando estás en la UCIN. Una especie de caparazón invisible se crea alrededor de ti y de tu esposa, que te hace tomar las cosas como si fueran normales. Y es que lo son. Hoy veo las fotos de mis hijos durante su primer mes de vida y me doy cuenta de que sí estaban muy chiquitos, muy flacos, muy indefensos, pero en ese momento yo los veía con orgullo, luchando, llenos de vida y hasta guapos a pesar de todos los cables, sensores y enchufes.

Es duro despertar triste al día siguiente que nacen tus hijos y es más duro salir del hospital a dormir en casa mientras tus bebés se quedan en el hospital, pero esas circunstancias te vuelven más fuerte y aunque no lo parezca, ser papá de UCIN tiene sus ventajas. El problema es que nadie te prepara para ello.

Por eso quiero compartir la…

GUÍA PRÁCTICA PARA PAPÁS DE UCIN

1. – Si vas a ser papá, sé consciente de que todo puede pasar. Nada está escrito y hasta las predicciones del mejor ginecólogo pueden cambiar de un momento a otro.
En medida de lo posible es muy importante tener un buen seguro y conocer bien qué cubre, tanto para el parto como para las complicaciones de los recién nacidos.

2.- Ten una maleta lista desde la semana 27 o antes. Los bebés prematuros no van a esperar a que empaques ese día.

3.- Importante tener a un buen neonatólogo apalabrado desde antes, idealmente recomendado por alguien que ya haya pasado por algo similar. Especialmente si se trata de un embarazo múltiple.

4.- Si te toca ser papá de UCIN, ten algo por seguro: vas a aprender mucho. La mayoría de los papás primerizos salen del hospital al segundo o tercer día con un ser humano miniatura sin saber NADA. En la UCIN te toca aprender cómo cargarlos, cómo cambiarles el pañal, cómo bañarlos, cómo darles de comer, cómo hacerlos repetir, cómo dormirlos, etc. en un ambiente controlado y con ayuda de expertos. La neonatóloga nos decía “los papás normalmente salen nivel Liga MX, ustedes van a salir de aquí nivel Champions League”.

5.- Sé paciente. Ni el pediatra más experto puede saber con exactitud cuándo liberarán a tu(s) bebé(s). Ya llegará el momento y será el mejor día de tu vida. Valdrá la pena la espera. Después de la infección, nos tocó lo que a todos los papás de prematuros les toca, preocuparnos porque vayan poco a poco ganando peso, aprendiendo a succionar, estimulando y aceptando la leche materna, etc. Este proceso puede tardar varias semanas y requiere mucha paciencia.

6.- Sé muy empático con tu esposa. Las primeras horas ella estará en recuperación sin poder ver a los bebés y a ti te tocará darle todas las noticias, malas y buenas. Si ella trabaja (el caso de mi esposa) probablemente pasará gran parte de su incapacidad laboral en un hospital, cuando ella esperaba poder disfrutar a los bebés en casa. Desafortunadamente, como hombre tendrás muy pocos días antes de tener que volver a tu trabajo, por lo que quién pasará más tiempo sola en la UCIN será ella. Lo cual me lleva al siguiente punto…

7.- Intenta pasar el mayor tiempo que puedas en la UCIN. Hay hospitales con horarios muy rígidos. Afortunadamente nosotros podíamos estar casi todo el tiempo que quisiéramos y en mi caso encontré bastante flexibilidad en mi trabajo para poder ir todos los días por la tarde y quedarme un rato en la noche.

8.- Aprovecha el tiempo con tu(s) bebé(s). Están en terapia intensiva pero han oído tu voz (aunque no tanto como la de tu esposa) desde antes de nacer y quieren conocerte más. Cuéntales cuentos, ponles música que te gusta y que piensas que a ellos les podría gustar, platica con ellos. Acaban de conocer lo que es estar vivo y hasta ahora ha sido una experiencia bastante apestosa. Sentir cerca a sus papás es lo que más les va ayudar a echarle ganas para salir adelante.

9.- Si tienes gemelos o cuates, haz todo porque no los separen. Seguro uno estará listo para salir antes que el otro, pero hasta ese momento no conocen la vida sin su hermano y esa conexión eso ayuda a salir adelante.

Hoy Jerónimo y Lucas tienen 9 meses, pesan y miden lo que deben pesar y medir dos bebés de 9 meses y sonríen todo el tiempo, aguantan las vacunas sin llorar, cuando se enferman ponen la mejor cara y sé que esa experiencia contribuyó a que hoy sean como son. Lejos de querer olvidar ese primer mes y 10 días, constantemente veo las fotos de esa etapa para recordarla, porque a pesar de los sustos, las preocupaciones, los cables, los beeps de las máquinas y la cuenta del hospital, recuerdo las primeras semanas de Lucas y Jerónimo como algo increíble que hoy no me imagino haber vivido de otra manera.

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